miércoles, 13 de marzo de 2024

Un castigo, es un castigo

 



Aquel día llegué a casa con ganas de tranquilidad y calma, había sido un día duro y estresante, la situación tampoco ayudaba mucho a tener optimismo. Pero bueno, me apetecía una cervecita, charlar un rato con ella, que seguro que me haría reír, en fin tranquilidad y relax.

Al llegar a casa, me extrañó todo tan silencioso y ninguna luz, estaba claro que no estaba y me decepcioné un poco, encima la cocina con los platos sin fregar, el baño con la ropa tirada, total que me empezó a picar la nariz y le envié un whatsapp:

- Nena ¿Dónde estás?

Me contestó al cabo de unos cinco minutos.

-Estoy tomando café con María, pero no tardo ¿tu bien?

-¿Cómo? ¿Tu no estabas castigada?

-Joder Santi no soy una niña pequeña.

-Bueno, ya hablaremos...

Ya no dije nada más, tras la última travesura había sido muy claro, toda la semana castigada sin salir. Una vez terminadas las obligaciones a casa. Y al tercer día ya estábamos así.


Una hora  más tarde más o menos llegó contenta y feliz, yo en cambio estaba serio y me dijo mientras dejaba la mochila encima  de la mesa del comedor.

-Uyyy que cara ¿mal día?

- ¿Vas a dejar eso ahí?

-Si, que pasa

-Joder, que no te cuesta nada digo yo dejarlo en la habitación

Lo cogió y comentó con ironía

-Puff ya veo que tenemos mal día

Y se fue a la habitación, tardó un poco, de  había quitado las botas de la calle y se había puesto las zapatillas de estar por casa, pero aun conservaba la ropa de calle, los vaqueros y una camiseta 

Se sentó en sofá, empezó a hacerme carantoñas y me dijo:

-Va cuenta ¿has tenido un mal día?

-Pues si y encima llego a casa y no éstas cuando se supone estás castigada y encima aquí te tengo haciéndote la loca, cómo si no hubiera pasado nada

-Yaaaa, pero María me dijo de quedar y no le iba a decir que no podía porque estaba castigada.

- Cuándo quieres encontrar excusas, bien que las buscas

-Joder Santi, ya no soy una niña, si te vas a quedar más contento, cumplo un día más de castigo y ya

- Nena, las cosas no van así ¿ Castigos a la cara ahora? Vete a la habitación y llévate la mochila

-¿Que?!!!

-Lo que has oído, si no sabes regularte sola, así aprenderás

- Bueno pues si te vas a poner así, mañana quedó otra vez.

- ¿ Me estás vacilando? Mañana cómo no estés aquí te voy a buscar y te traigo de la oreja si hace falta.

- Ya lo veremos

-¿Que has dicho?

-Joder Santi!!!!

Se había levantado a coger el móvil.

- Tira para la habitación y dame el móvil

Dejó el móvil y me miró seria.

-No me mires así, has decidido saltarte el castigo, pues ahora te aguantas las consecuencias

-YO NO TENGO LA CULPA QUE HAYAS TENIDO UN MAL DIA!!!!!!

Dio un patadita en el suelo toda digna y se fue a la habitación dando un portazo. Esperé que pasara un poco de tiempo  unos minutos y entonces fui a la habitación abrí la puerta, ella estaba tumbada en la cama jugando con el móvil y le dije, con mucha calma

-Ahora te vas a levantar, te vas a poner el pijama, vas a salir de habitación, me vas a dar el móvil y vas a volver a la habitación cerrando la puerta cómo las personas o tu culo lo va a pagar muy caro ¿Estamos?

Siguió impasible, como si no estuviera, jugando con el móvil ¿buscaba enfrentamiento? pues paciencia agotada.

Me fui para ella, le quité el móvil con firmeza y me lo metí en el bolsillo, la cogí del brazo y la levanté de la cama, la llevé hasta el salón, me senté.

- Ahora te vas a la habitación, sin soplidos, pisotones, ni por supuesto portazos, te pones el pijama y  ya puedes ir preparando el culo, que estos ataques infantiles de ira no te los tolero.

 Me la quedé mirando, me sostuvo la mirada un instante, hasta que al final a regañadientes lo hizo, imagino que tenía claro que iba a terminar con el culo rojo si o si y que más le valía no empeorar las cosas.

 Esperé 20 minutos, sabía que cada minuto era un pequeño tormento a sabiendas, que cuando entrara en la habitación iba a terminar con el culo rojo y caliente. Pasados los 20 minutos me levanté y me fui para la habitación, abrí la puerta y allí estaba en la cam, con el pijama de verano. 

- Levanta 

Se levantó y se cruzó de brazos con morritos. 

- El pantalón del pijama en los tobillos, ahora. 

- ¿Qué? 

No le contesté, me desabroché el cinturón. 

- Santi....

Estiré del cinturón y salió del pantalón.

- Pffffff...

Me la quedé mirando, dio un pisotón en el suelo, pero el pantalón del pijama descendió por sus muslos. Doblé el cinturón y empecé a juguetear con el, haciéndolo sonar contra mi mano izquierda. 

- Pon las manos sobre la cabeza.

- Pffff...

Sin pensarlo solté el cinturón y sonó contra su piel.

- He dicho que no más quejas, ni soplidos. 

De inmediato puso las manos sobre la la cabeza a la vez que una franja roja se dibujaba en su piel. 

- Date la vuelta sin bajar las manos, separa las piernas y te inclinas adelante sacando bien el culo. 

Un momento de duda, pero con el cinturón en la mano, le entró la convicción rápido y se puso en posición. 

- Dos docenas, cuenta.

Me acerqué un momento, le pasé la mano por las dos nalgas un momento, di un par de pasos atrás, apunté bien dándole unos toquecitos con el cinturón doblado, para asegurarme que los azotes caían en su sitio y sin previo aviso, le di media docena seguidos, que la hicieron resoplar y más en frío. Al contar el número seis no pudo evitar incorporarse un poco. 

- Pon el culo...

Esperé a que se pusiera otra vez y cuando estuvo seguí con media docena más, ahora más lentos. Ya con el calorcito de los primeros y el diferente ritmo, no se movió. 

- Los castigos ni son opcionales, ni son a la carta, si te castigo sin salir, es que te quiero encontrar en casa cuándo llegue y si eso no pasa, estas son las consecuencias. 

Apunté otra vez y despacio le di la segunda docena de azotes. Al terminar me puse el cinturón con calma, la cogí del brazo y la llevé hasta el comedor, directa a la pared.

- De rodillas, las manos en la espalda y no quiero ni escucharte respirar. 

Me senté un momento, tenía el culo bonito, a franjas que cruzaban las nalgas. 

Cinco minutos después me levanté, fui a buscar el aceite de masajes y la llamé. Se levantó y se acercó hasta estar frente a mí. La hice poner de nuevo las manos sobre la cabeza. 

- Escúchame con atención. Es la última vez que te saltas un castigo, ya puedes estar segura. Olvídate lo que queda de mes, de cafés, charlitas y demás, lo que queda de mes tu rutina va a ser, de casa al trabajo y del trabajo a casa. Y ya me encargaré de darte tareas para aprovechar el tiempo, ideas me sobran, pero para terminar de aclarar la cosas y que no haya la más mínima duda, coge un cojín ponlo en mis rodillas y ya sabes. 

No hubo soplidos, ni quejas. Cuando estuvo en mis rodillas, lo primero que hice fue sujetarla con el brazo izquierdo por la cintura, bien sujeta cogí el bote de aceite lo destapé y eché un chorro en cada cachete, lo extendí rápido y empecé a azotarla con la mano, la piel empapada de aceite hacía que las palmadas sonarán más aún de lo habitual. Y para mí la parte auditiva de los azotes es muy excitante. Empecé alternando nalga y nalga, pero a mitad de azotaina, cambié a cuatro o cinco seguidos en la misma nalga antes de cambiar y ya no paré hasta secarle el culo a azotes. Empecé a pasarle los dedos por la piel roja, caliente y cubierta de una especie de pequeños granitos. Podía ver su sexo hinchado, rojo y brillante, pero aquel día no había motivo para juegos, era un castigo y así quería que lo sintiera. Así, que no me dejé llevar. 

- Ahora, te vas al pasillo te plantas frente a la puerta, las manos en la espalda y ya pensaré cuando te levanto el castigo. 

El pasillo me pareció el mejor lugar, así la tenía bajo control, casi desde cualquier lugar de la casa.

 Y allí la tuve hasta un rato, hasta que le dije.

- Ahora te vas a sentar y vas a escribir un carta de disculpa sobre tu comportamiento, que me leerás después de cenar.

Se sentó en la mesa con el culo desnudo y el cuaderno y no se levantó hasta que puse la mesa para cenar. Cuando terminamos de cenar, le dije que repasaraa carta de disculpas, mientras recogía y cuando me senté en el sofá, la llamé, frente a mí con el cuaderno en las manos, el pantalón del pijama en los tobillos y le hice leerme la carta, cuando terminó, pasé mis dedos entre sus piernas, sólo para comprobar si estaba mojada, que lo estaba, pero el único premio aquella noche, fue el masaje en el culo después de leer la carta, en mis rodillas, al terminar, la envié directa a la cama. Aquel día no hubo premio, un castigo es un castigo.





sábado, 9 de marzo de 2024

La mejor herramienta

 



Hacía mucho tiempo, qué no escribía una entrada tradicional. Hoy voy a hacer una excepción y así dar un respiro a los relatos, para hablar de un fetiche muy personal.

Cuándo empecé a descubrir primero y practicar después el spanking, cómo creo que nos pasa a muchos, te llega un exceso de información que se une a las ansías propias del momento inicial 

Y entre ese exceso de información, sin duda uno de los más impactantes, es la cantidad de instrumentos que descubres. Eso lleva muchas veces a querer abarcar y probar ( todo tipo de paletas, correas, varas, etc) muchos de ellos difíciles de conseguir y también de manejar y especialmente de modular el impacto. 

En aquel descubrimiento, había un instrumento muy habitual y que culturalmente al menos aquí en España, yo no conocía su uso perverso, cómo instrumentos de azotar: el cepillo de madera.

De hecho ese desconocimiento, hizo que lo denostase y mi falta de experiencia que lo considerase demasiado inofensivo (realmente su aspecto lo parece)

Por cosas de la vida, di con alguien que me convenció para usarlo y probarlo y menudo descubrimiento.

Hoy en días con décadas de experiencia y habiendo probado todo tipo de instrumentos, hay un trío que para mí son imprescindibles y prácticamente los único que uso desde hace mucho tiempo, el trio diabólico: la piel contra piel de la mano, la piel viva contra la piel muerta del cinturón de cuero y el cepillo. 

Pero son duda el cepillo, es mi preferido mano a parte.

Bajo si aspecto inofensivo, se esconde una herramienta super efectiva, que te permite provocar todas las diversas gamas de sensaciones que puedes pretender en una azotaina, desde unos azotes más lúdicos que calienten la zona, hasta una severa azotaina con un doloroso recuerdo para días y a partir de ahí toda una gama intermedia de sensaciones físicas.

Después están también las mentales, un cepillo del pelo no es algo que debas guardar escondido en un armario, puede estar sobre la mesita de noche, colgado tras la puerta del baño, se puede llevar en el bolso y pasar cualquier control de aeropuerto, se le puede grabar el nombre, se puede decir aquello de: "ve a buscar el cepillo".

También digamos que es apto para todos los públicos, manejables, modulable, precisó, dónde apuntas, das. Además esa manejabilidad lo hace perfecto para poder precisar los golpes, en aquellos lugares más sensibles y sobre todo además de la mano, es el instrumento por excelencia para ser usado en posición OTK. 

Lo que son las cosas, de ser algo que en un principio no me llamó la atención a tener actualmente una interesantes colección de cepillos de diferentes formas y maderas, sólo añoro algún día hacerme con alguno vintage de madera de ébano. 

Creo que es interesante tener variedad de instrumentos, más que nada, para también tener variedad de sensaciones, pero si me permitís un consejo, no pueden faltar varios cepillos, eso sí no me seáis cutres, nada de plásticos, madera.

Y para terminar, me gustaría lanzar dos preguntas al aire, por si alguien quiere responder.

¿Tenéis algún instrumento que os sea especialmente útil, como a mi me pasa con el cepillo,?

Y la segunda

¿Quienes habéis probado el cepillo que opinión tenéis de el ? ¿Os engañó su aspecto?

martes, 5 de marzo de 2024

La lengua demasiado larga.

 



Era ya tarde, hacía un rato que había llegado de su comida familiar. 

- Espero que esto te sirva, para la próxima vez pensar antes de hablar.

Le dije desde el sofá. Ella estaba de pie en medio del salón, con las manos en la cabeza, el pantalón del pijama y las braguitas en los tobillos, de espaldas a mi, su culo brillaba, cómo las brasas de una chimenea y en la boca aguantaba una pastilla de jabón.

Todo había empezado aquella mañana, estábamos desayunando, cuando me dijo.

- Que envidia me das

- ¿Y eso?

- Has dormido cómo un tronco

- ¿Has dormido mal?

- Fatal a las 5 y media aun daba vueltas...

- Pues algo habrá que hacer.

- Si, por favor el domingo mándame pronto a la cama.

- No te preocupes que te vas a ir pronto a la cama toda la semana.

- Te he dicho el domingo, no toda la semana!!!

- Ya te he entendido, pero yo he dicho que toda la semana y punto

- Eres un mandón

Me dijo levantándose, yo me levanté tras ella la cogí del brazo y le di un par de cachetes en el culo.

- Señorita vete a mirar la pared un rato

- Perdona Santi...además tengo que ducharme que tengo que ir a la comida.

- Ya me has oído y luego hablaremos de esa manía de contestar.

Resopló y se fui para el comedor. Yo recogí la cocina y fui para allá.

- ¿Se puede saber por qué estás vestida?

La norma de los castigos cara a la pared era muy clara, si llevaba falda o vestido, levantado y las braguitas bajadas, y si llevaba pantalón también bajado. En el rincón debía exponer siempre el culo. 

Esperé a ver cómo se bajaba el pantalón del pijama y las braguitas. 

- Así mucho mejor y vuelve a contar el tiempo desde 0.

La dejé ahí un ratito, nada diluye más el orgullo, que un rato mirando a la pared con el culo al aire. Cuando creí, que era suficiente, me senté en la cama y la llamé, haciéndola caminar desde el comedor hasta la habitación con el pantalón y las braguitas en los tobillos.

- ¿Te pasa algo últimamente?

- Ya te he dicho que llevo unos días durmiendo mal

- ¿Y por eso estás contestona?

- No sé....

-Ya sabes lo que les pasa en esta casa a las niñas contestonas ¿verdad?

-Si

- ¿Que les pasa?

-Las castigas...

-Correcto y si no te tuvieras que ir, ahora mismo te haría ir a por el cepillo y dejaría que el te explicara que les pasa a las niñas contestonas.

- Lo siento, no te enfades, se me ha escapado.

- No me enfado, pero como te portas cómo una niña, así te voy a tratar. Y para empezar te vas a ir a la cama pronto toda la semana desde mañana. Y también vas a estar toda la semana sin placer adulto ¿Está claro? 

- Toda la semana???? es mucho!!!!!!

- Bueno te doy la oportunidad de demostrarme que eres una adulta y piensa un castigo alternativo.

- Un indulto? por ejemplo?

-Veo que no has entendido nada, vete a la ducha, que vas a llegar tarde y ya hablaremos después.

Se marchó pero no muy convencida, de hecho, antes de irse vino a hacerme un poco la pelota y preguntarme de nuevo si estaba enfadado. No lo estaba, pero quería zanjar aquella actitud insolente, que llevaba ya demasiados días, además tenía toda la tarde para diseñar un castigo eficaz. Aunque al final, por mucho que anticipes, siempre juega su carta la improvisación.

Hacia unos 20 minutos, que me habia enviado un mensaje avisando que ya venía, cuando se abrió la cerradura y entró, caminó por el pasillo y entró en el salón, con una sonrisa mientras se quitaaba el abrigo, llevaba aquel vestido naranja, hacia frio, por lo que cubria sus piernas con unas medias gruesas, yo la miraba desde el sofá. Se acercó medio insinuante, me dio un beso y me susurró

- ¿Sabes? Eres muy malo

-¿Y eso?

- Pfff llevo toda la comida mojadita por tu culpa.....

-Mmmmm interesante, habra que compronarlo ¿no crees?

Sonrió...

-¿Me vas a ayudar?

Volvió a sonréir...

-Levántate el vestido

Lo hizo....mis manos buscaron la cintura de las medias y despacio las bajaron a medio muslo, entonces lleve la mano a su sexo por encima de las braguitas...

-Si parecen húmedas, pero habrá que que seguir comprobando.

En ese momento le bajé las braguitas y le hice separar un poco las piernas, pasé mis dedos por la parte de las braguitas, que está en contacto con su sexo.

-Pues si, parecen mojadas, voy a ver como está la rajita.

Mirándola pasé un dedo entre sus labios, ella suspiró

-Vaya, vaya, a saber en que pensabas traviesa

En ese momento le metí un dedo y soltó un gemido...

-¿En que pensabas señorita? ¿En que notabas el culo rojo? ¿o tal vez en que te llevaba a escondidas a una habitación para darte tu merecido?

- Pfffff Santi, de pie no puedo seguir.....

- Como quieras...

Saqué el dedo....y empecé a darle unos azotitos en el sexo...

-Y no te da vergúenza, estar mojadita en una reunión familiar, traviesa?

- Para por favor.....

-Está bien, ve a ponerte el pijama y cambiarte de braguitas.

Ahí cambié el tono de voz y lo notó al instante.

-Bueno....quería decir que siguieras, de otra manera.

-Estás castigada ¿pensabas que ibas a tener placer? Venga y date prisa, quitate el maquillaje también.

Toda esta parte fue improvisada, no estaba en plan inicial, pero me lo puso fácil y el efecto sorpresa hizo efecto, se fue a la habitación, y después al baño, a desmaquillarse, cuándo salia , le dije.

-No te olvides de coger el cepillo, que lo voy a necesitar.

Cuando entró en el comedor de nuevo, ya estaba en pijama, desmaquillada y me entregó el cepillo.

-Gracias. Vamos a olvidar lo que ha pasado y a centrarnos en esta mañana ¿Que te dije que te esperaba a la vuelta?

- Un castigo

- ¿Y ha sido eso lo que te ha mantenido mojadita? ¿Saber que en casa te iba a zurrar el culo ?

Su rostro se encendió.....

-Bájate el pantalón y las braguitas.

Lo hizo...

-Ahora señorita vas a presentar bien el culo, para tu castigo, ya sabes nada de moverse, nada de poner las manos y en todo momento bien presentado.

Lentamente de colocó en mi regazo, la sujeté de la cintura con mi mano izquierda y empecé a pasarle el cepillo suavemente por la piel.

- Antes te di la oportunidad de portarte como una adulta y elegir un castigo alternativo, tu respuesta fue una broma, en mal momento. Vamos una respuesta nada madura, así que tu castigo estará tambien a la altura.

Ya no dije nada más, directamente empecé a zurrarle el culo con el cepillo, de forma muy progresiva, primero bastante flojito y repartiendo bien, cuando empezó a coger color, sin dejar de repartir bien, aumenté la intensidad y poco a poco empecé a apuntar solo a la mitad inferior del culo, más rapidos y fuertes, alternando nalga y nalga...sólo paré cuando me aseguré que tenía el culo realmente ardiendo.  Le di un respiro de un par de minutos y le dije.

-Levanta y te quedas parada en el centro del salón de espaldas al sofá y con las manos sobre la cabeza.

Lo hizo y cuando estuvo en posición, me levanté fui al baño y cogí la pastilla de jabón. Me fui para ella y le dije.

-Abre la boca. Esto es para que aprendas a pensar antes de abrirla y si se cae, volverás a probar el cepillo.

Y así la tuve unos diez minutos, plantada en el centro del comedor, con el culo como un tomate y la pastilla de jabón en la boca. Hasta que me levanté y se la quité.

-Ve a enjaguarte.

Se fue para el baño  y alli estuvo un rato hasta que escuché que paraba el grifo.

-¿Estás?

-Si....

-Bien pues cuando vuelvas trae la crema y el termómetro.

Entró de nuevo en el salón. Le hice dejar la crema hidratante y el estuche de termómetro, en el brazo del sofá y colocarse en mis rodillas, cogí  la crema y etuve un buen rato frotándole el culete con abundante crema.

- Ahora señorita, te voy a tomar la temperatura, no porque sospeche que puedas tener fiebre, que no la tienes, es para hacerte sentir pequeña e inmadura y toda la semana que viene, cada dia antes de irte a la cama, tu me vas a pedir que te la tome como a una niña ¿esta claro?

Cogí el termómetro, separé con mi mano izquierda sus nalgas y despacio, le introduje el termometro en el culito, cuando estuvo, tocaba esperar, y mientras con el dedo, comprobaba lo moajadita que volvia a estar.

















miércoles, 28 de febrero de 2024

Castigada de verdad.

 




No había pasado buena noche, no me encontraba bien, tenía frío y me notaba cansado, así que a media mañana me fuí para casa, quería meterme en la cama y echarme un rato a ver si asi se me pasaba.

Al llegar a casa fuí directo al botiquin, en busca de un parecetamol, el baño estaba hecho un desastre, se habia duchado y estaba todo por el medio, en la habitación igual la cama sin hacer, cajones abiertos. En el momento me enfadé bastante, era algo que habíamos hablado ya y pensé que estaba claro. Enseguida, entendí que no, que todo ese tiempo, me había estado dándo gato por liebre, que cómo ella llegaba antes, le daba  tiempo a recoger deprisa. 

Cuaándo terminé de recoger, cogí una manta y me estiré un rato en el sofá, me quedé un rato dormido, había dormido mal por la noche, me despertó el móvil, era ella. 

- Hola ¿qué tal te encuentras?

- Hola, un poco mejor, pero me volveré antes a casa.

- Vale, yo también volveré pronto y te cuido.

Seguimos charlando un rato, sin decirle nada, que estaba en casa, se iba a llevar un buena sorpresa cuando volviera. Y así fue, más o menos a la hora que llega ella, me fui y esperé un rato. Sería toda un sorpresa encontrar la casa recogida.

Pasado un tiempo prudencial me fui para casa y allí estaba con ropa de calle aún.

- ¿Hola qué tal? 

- Hola ¿Has estado en casa? 

- Si, me vine antes no me encontraba bien

- ¿Y ahora de dónde vienes?

- Me he ido a dar un paseo ¿Cómo sabes que había estado?

- Porque alguien ha tenido que recoger...

- He sido yo, si. Y no sabes la gracia que me ha hecho, llegar y tener que ponerme a recoger.

- Si, sé que vuelves hubiera recogido.

- Eso debería serte indiferente. El acuerdo que tenemos, es el que es.

- Pffff  ¿Y que más te da?

- Creo que no entiendes nada, pero no te preocupes que te lo voy a explicar. Ve a ponerte el pijama, ya. 

- Pero es que es una tontería y además por la mañana , voy justa de tiempo. 

- Yo no tengo que darte explicaciones señorita, tú a mí sí . Ponte el pijama, ahora. 

Se dio media vuelta enfadada, pero fue a cambiarse. Yo me fui a esperarla en el sofá. 

Cuándo volvió al salón, allí estaba yo serio esperándola.

- ¿Y bien me lo explicas?

- Ya te lo he dicho!!! Iba justa de tiempo, y no pensaba que fueras a volver.

- Respuesta equivocada. Que yo vuelva o no, no tiene nada que ver con la explicación. Aquí hay unas normas y se cumplen, si quieres cambiarlas, me lo explicas y lo vemos, pero mientras se cumplen y punto, así que espero una explicación. 

Se quedó callada y roja.

- No la hay ¿Verdad? De hecho dudo mucho que recojas ningún día.

- Si, recojo.

- No me mientas.

Al decir eso bajó la mirada.

- Te comportas cómo una cría. Tráeme la libreta y bolígrafo. 

Suspiró y fue a buscar lo que la había pedido.  

- Ahora te voy a dictar una frase y la copias tal cual en la libreta: "cuando me salto las normas, me zurran el culo cómo a una niña"

Se puso roja, pero no escribió. 

- ¿No has escuchado?

- Es humillante...no voy a escribirlo. 

Me levanté la cogí del brazo y empecé a darle palmadas bien fuertes en el culo, Como una veintena. Y al terminar la llevé hasta la pared.

- Aquí quieta, y de aquí no te mueves hasta que copies. 

Me di la vuelta y me fui hasta el sofá. Cuando me fui a sentar, vi que se estaba frotando el culo, así que no me llegué a sentar. Me fui para ella otra vez. La cogí del brazo y la llevé hasta el sofá. 

- Veo que hoy tienes las normas olvidadas, habrá que hacerte memoria. Y si no sabes estar cara a la pared, estarás aquí para que pueda vigilarte de cerca. Las manos en la cabeza.

Las puso, y le bajé el pantalón del pijama hasta los tobillos y después muy despacito las braguitas hasta las rodillas. 

- Ahora quieta, callada y procura que no se te caigan las braguitas, hasta que te diga.

Cogí el mando de la tele y me puse a ver una serie. A los diez minutos más o menos de estar allí plantada, me dijo:

- Ya....

La miré y le pregunté

- ¿Ya qué?

- Que vale, que copio.

- Eso lo tengo muy claro. Pero has tenido la oportunidad antes, ahora ya es tarde.

La tuve unos 20 minutos más allí plantada, hasta que me levanté y salí un momento del salón, fui a buscar su cepillo. Lo dejé sobre el brazo del sofá, la cogí del brazo me senté y la puse sobre mi pierna izquierda, la derecha la pasé sobre las suyas. En cuanto la tuve en posición, cogí el cepillo y sin más empecé a calentarle el culo, sin miramientos. A los cinco minutos de azotes sin pausa empezó a quejarse e intentar moverse y paré. Dejé el cepillo y empecé a pasarle la mano por el culo, lo tenía caliente y muy rojo. 

- Ahora sí vas a copiar, con el culo calentito. Te vas a levantar, te vas a sentar y vas empezar a copiar, hasta que te diga. 

Se levantó, cogió la libreta se sentó suspirando y empezó a copiar. Yo me puse la tele otra vez y vigilaba cómo pasaba hojas rellenas. Porque estuvo un buen rato copiando. La llamé un buen rato después, se levantó y me trajo la libreta, habían cinco hojas de líneas. La dejé sobre la mesita. 

- Dame el pantalón del pijama, las braguitas las dejas donde están. 

Se agachó y se quitó el pantalón del pijama dejando las braguitas en los tobillos. Le dije que doblara el pantalón y lo dejara sobre la mesita. Entonces me levanté, le pasé la mano por el cachete del culo.

- Parece que se ha enfriado un poco...Habrá que darle un golpe de calor. Ponte sobre el brazo del sofá.

Al escucharlo soltó y soplido y tal y como salió de su boca, le solté un cachete. Esperé a que se colocara. Cuando estuvo, la cogí de la cintura, echándola hacia delante.

- Así, el culito bien presentado. Y ahora separa las piernas, que queden las braguitas bien estiradas. 

Mientras me quitaba el cinturón. Lo doblé y lo dejé sobre su culo. 

- Quiero que estés así en todo momento, las braguitas bien estiradas en los tobillos y el culo bien levantado ¿Tienes que pasar mucho rato sentada en el trabajo? 

En ese momento cogí el cinturón, el sonido del cinturón tiene algo especial y lo hice sonar un ratito. Cuando terminé le hice hincar los codos en el sofá, poner las palmas de la manos hacia arriba y sostenerlo. Me fui a la habitación, cogí el plug y el lubricante. Me fui para el salón. Le puse bastante lubricante al plug, le separé los cachetes y se lo puse despacito, hasta que entró todo. 

- Perfecto, la piedra tiene el mismo color rojo que tú culo. 

Y me senté. Cinco minutos más tarde le dije que se levantara y se sentase en mi regazo, lo hizo y se escondió en mi hombro. Así estuvimos un rato en silencio. Hasta que empecé a acarciarle la cara interna de los muslos y poco a poco subiendo, empecé a pasarle un dedo por la rajita, moviendo suave a abajo a arriba. 

- Estás bien empapadita...

Entonces cerró las piernas...

- ¿Que haces?

- Me haces cosquillas...

- Abre...

Separó un poco las piernas.

- Más 

Las abrió un poco más. 

- Nena... más.

Y empecé a mover el dedo más rápido. Ella a moverse y suspirar, entonces paré. 

- Abre un poquito más. 

Lo hizo...y empecé a darle palmaditas en el sexo...y después ya no paré hasta hacer que se corriera. 


















sábado, 24 de febrero de 2024

Lo prestado se.cuida (por E.)

 



Se había aficionado a cogerle sus camisas. Estaba de moda la ropa "over size" y de vez en cuando le desaparecía ropa sin previo aviso.

A él no le molestaba, pero lo que sí lo hacía era la manía de usarlas y no cuidar esa ropa después. 


Ya habían tenido más de una conversación sobre eso, la última apenas una semana antes, y acabó con advertencia.


- Última vez que me coges ropa y la dejas así, avisada estás. 


La cosa quedó ahí, pero unos días después al volver de trabajar fue a la habitación a cambiarse y vió que nada había cambiado. 

A los pies, en su lado de la cama, estaba tirada una falda negra y su camisa azul de traje. Al lado las medias y los zapatos de tacón.


- Nena ven aquí.


- Qué quieres? 


Ella estaba sentada en el sofá viendo tonterías en el móvil. Había sido un día muy largo y tenía ganas de desconectar un rato.


- Quiero que vengas.


Sonaba serio, así que se levantó de mala gana y se fue a buscarlo.


- Qué quieres Santi? Me acabo de sentar!


Al entrar le vió de pie, con lo brazos cruzados y mirada inquisidora. 


- A ti qué te parece??


- Santi estoy cansada, no empieces con tus manías!


Se dió la vuelta con intención de irse al sofá de nuevo 


- No he terminado. No se te ocurra dejarme con la palabra en la boca.


Se dió la vuelta de mala gana y le volvió a mirar. 

Él se agachó y cogió su camisa. Estaba arrugada de estar en el suelo. 


- Estoy harto de que me cojas la ropa y la trates así. Si quieres destrozar la tuya tú sabrás, pero se acabó usar mis camisas. 


- Joder Santi, qué más te da!! No está sucia, solo está arrugada, y la iba a echar a lavar igualmente!


- Vigila esa boca! Y esa no es la cuestión. Te la pones y al quitártela la echas a lavar. No la dejas aquí hecha un asco con los zapatos, las medias y todo este desastre! 

Te lo avisé hace una semana. Se acabó coger mi ropa. 


- Pues métetela donde te quepa! 


- Qué has dicho?


- Nada ... - le miraba desde la puerta.


- Repite lo que acabas de decir. 


La miraba fijamente mientras veía cómo se iba haciendo cada vez más pequeña. Ella se debatía aún entre mantener el órdago o rendirse. 


- No me hace falta tu ropa...- su tono ya nada tenía que ver con el de antes. Sí voz era casi un susurro. 


- Y parece que la tuya tampoco. Recoge esto ahora mismo y te espero en el salón. 


No le dió opción a réplica. Salió de la habitación y la dejó ahí pensando. No tardó mucho en aparecer por el salón. Él estaba sentado en el sofá con un libro.


- Ponte en el rincón que vas a estar un rato pensando en tu comportamiento. 


- Santi...- empezaba el intento de ablandarle. 


- No lo repito. Y no quiero oír ni una queja. 


Se fue al rincón y se colocó con las manos en la espalda. Esta vez no le había pedido que se bajara la ropa. Estaba más serio que otras veces...


La tuvo en esa posición al menos quince minutos, que a ella se le hicieron eternos, pero le dió tiempo a reflexionar. Es verdad que era muy poco cuidadosa con sus cosas y que él se enfadara era lógico. 


Tras ese rato cerró el libro y decidió ocuparse de ella. La observó un poco desde su sitio. Era muy cabezona y muy impulsiva. Rara vez admitía un error a la primera, siempre tenía que contestar. 


- Ven aquí. 


Ella se acercó despacito. No le miraba. 


- Lo último que imaginaba hoy era tener que estar a las ocho de la tarde enseñándote a cuidar las cosas que usas. 


De repente se notó la cara caliente. Seguro que estaba roja. Y es que que la regañara así a su edad le daba vergüenza. 


- Y encima cuando te corrijo te pones farruca? 


La miraba atentamente, pero ella seguía con los ojos clavados en el suelo. 


- Muy bien. Ve a la habitación y traeme el cinturón que está en el armario. El marrón de piel. 


No dijo nada, pero emitió un mohín bajito.


- Te gusta usar mis cosas, no? Pues vamos a usarlas a mi manera. Traeme el cinturón ahora mismo. 


Se fue resignada a por él. Lo guardaba en una balda del armario. No lo solía usar para vestir, tenía otro uso "especial" en casa. 


Al volver se lo dió y lo dejó de momento sobre el reposabrazos. 


- Colócate. 


Sabía perfectamente lo que le estaba pidiendo, así que se echó sobre sus rodillas dejando su culo completamente en sus manos. 


- No tengo que explicarte por qué te voy a castigar, verdad? Pues empezamos.


Y sin más dilación empezaron a escucharse los azotes en la habitación. El pijama amortiguaba un poco el ruido, pero poco. Ella no se movía. 

Cuando ya había " calentado" un poco paró.


- Levántate.


Obedeció y enseguida le sintió. Le llevó sus manos a su pantalón y se lo bajó hasta los tobillos. 

A continuación hizo lo mismo con sus braguitas.


- Te gusta dejar la ropa en el suelo?  - la miraba fijamente.


- No...


- Tus actos no dicen lo mismo. 

 Cada día que vengo es la misma historia. Te cambias y dejas todo por recoger. Muy bien, pues vamos a ver si hoy aprender. Vas a estar toda la noche con la ropa en el suelo. 


Ella permanecía callada delante de él. Estaba roja y avergonzada. Se sentía expuesta. 


- Colócate.


De nuevo se vió en sus rodillas. Esta vez con el culo al aire y la ropa enrollada en sus tobillos. Era peor que estar desnuda y él lo sabía. 


Le acarició un poco el culo rojo y reanudó el castigo. 

Esta vez los azotes era más intensos y directos sobre la piel. La marca de sus dedos quedaba una vez tras otra grabada en sus nalgas. 

Tras unos minutos se empezó a mover y buscó agarrale su mano. Eso le hacía sentirse más cercana a el y segura. 

Cuando la vió ya un poco al límite paró. 


- Duele...- lo dijo con voz suave y mimosa. 


- Sé que duele. Te lo has buscado tú solita por descuidada.


- Santi...


No dijo más, pero sí le acarició un poco la piel ardiente.


A medida que la acariciaba ella se iba relajando, y casi inconscientemente iba abriendo algo más sus piernas, lo que la ropa en sus tobillos le permitía. 

Desde arriba la visión era completa. Su culo desnudo rojo, con la marca de sus dedos, y su sexo hinchado y jugoso. 


- No hemos acabado. 


- Santi ... Por favor...


- Cómo dijiste? "Métetela donde te quepa"?? Tú crees que esa contestación es aceptable?


Mientras recalcaba este punto dos dedos recorrían el interior de sus labios.


- Lo siento...


- Lo sientes? Ahora te comportas como una niña buena? - seguía jugando con sus dedos en su intimidad. Era casi una tortura.


- No quiero niñas insolentes, y en casa ya sabes cómo se corrige eso, así que levántate y ponte sobre el brazo del sofá. El culo bien arriba 


Tardaba en reaccionar. Estaba excitadísima. 


- Vamos! - la hizo moverse de un azote. 


Se levantó y se colocó en su sitio. Él desde atrás le separó las piernas y la subió un poco más para dejar el culo bien ofrecido. 


- Cuenta en alto.


Cogió el cinturón, lo midió y se separó un poco de ella. 


Él primero cayó sin aviso. 


- Uno...


El segundo no se hizo esperar.


- Dos ..


Y así, uno tras otro le dió dos docenas. 

Al terminar tenía el culo aún más marcado, pero el estado de excitación actuaba como anestésico. 


Él la dejó recuperarse. No la tocó, no dijo nada. Solo esperó a que empezara a reaccionar. 


- No habrá próxima vez. Mi ropa no se toca hasta que me demuestres más madurez. Está claro?


- Sí...


- Y la próxima vez que me contestes así tú misma me pedirás que te castigue. 


- Levántate. 


Se incorporó y le buscó. Él la abrazó sintiéndola sentir segura. Cuando la soltó hizo algo que no esperaba. 

Se arrodilló y llevó su mano al pantalón. Buscó su polla y se la metió en la boca. Estuvo jugando con ella un buen rato hasta conseguir ponérsela muy dura. Entonces aumentó el ritmo para llevarle al máximo de excitación y cuando le tuvo así se volvió a tumbar sobre el brazo del sofá boca abajo invitándole a entrar. 

La folló rápido y fuerte hasta acabar en un orgasmo intenso.




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