martes, 14 de marzo de 2017

Pudor y poder.




La inspiración para esta entrada se debe en gran parte a la entrada de ayer de Nadia. En ella Nadia nos hablaba entre otras cosas de la diferencia entre vergüenza y pudor. Es una diferencia difícil de establecer, ya que ese trata de la misma sensación/emoción, lo que las distingue es aquello que las provoca. Mientras que la vergüenza tiene un origen social, asociado al sentimiento de culpa, nos avergonzamos cuando tememos el juicio de los demás, el pudor tiene un origen sexual. En ambos casos podríamos decir que es un temor  y como todo temor nos previene de algo, del rechazo del grupo en el caso de la vergüenza o de que estamos traspasando la linea de nuestra intimidad en el caso del pudor. Ambas son emociones adaptativas, osea que han surgido para protegernos, ya que como cualquier sensación desagradable en teoría no invita a repetir experiencia.

Sin embargo, nosotros tenemos por costumbre sorprender a la comunidad científica, ya que de alguna manera vamos en contra del principio del placer, que es aquel que dice que el ser humano evita el displacer y procura el placer. Aunque también dice que el displacer va ligado a un aumento de la excitación (quedaros con esto último). Como decía Nadia en la entrada de ayer, en los juegos, "juegan" vergüenza y pudor. Yo personalmente creo, que la vergüenza juega solo a medias, ya que no es una sensación buscada sino que surge. En cambio el pudor si es buscado e incluso potenciado en la interacción del juego.

Aclarado esto voy a entrar en mis sensaciones, por lo tanto personales e intransferibles. Como os decía antes, yo personalmente como spanker, nunca he buscado la vergüenza en la otra persona, osea avergonzarla. Sin embargo si he sentido en algunos momentos a esas personas estar avergonzadas, de si mismas, de su comportamiento, actitud o frustraciones y reconozco que en esos momentos la inercia del juego puede llevar a potenciar esa sensación. Imaginemos un caso: persona que no hay conseguido un reto que se había propuesto y que en su momento se decidió que ese reto entraba en los juegos, esa persona es consciente de su incapacidad, por lo tanto es muy posible que se sienta avergonzada por ello, en el momento que se produce el juego, regañar es hurgar en la herida, osea aumentar el sentimiento de vergüenza. ¿verdad?.

Pues bien justo ese momento, es también el punto de inflexión. Ya que a medida que avance el juego, este irá sustituyendo la vergüenza inicial por pudor ya que esa vergüenza inicial se enlaza con la sexualidad a través del pudor asociado irremediablemente al juego. Yo al menos yo, nunca he buscado avergonzar en un juego y los regaños y demás no tienen como objetivo ahondar en la vergüenza sino despertar el pudor. En cambio si busco siempre potenciar en la medida de lo posible, progresivamente y como decía Nadia en su artículo con suma delicadeza, provocar y hacer sentir pudor. Tal vez también tenga que ver con los tiempos actuales, en los que el pudor y el recato no tienen buena prensa, incluso tienen un punto de tabú en la sociedad de la transparencia y la permanente exposición, pero eso no significa que no se sienta, si no al contrario que se reprime esa señal de alerta. El pudor nos transporta a las épocas de descubrimiento del propio cuerpo y por extensión del placer derivado de el, volver a sentirlo se puede interpretar como una regresión a esos misterios y oscuridad que envuelve al placer.

En los juegos hay multitud de detalles y gestos que parece encaminados a potenciar el pudor. En teoría la confianza, lleva asociada una liberación del pudor, cuando ya has visto y te han visto muchas veces desnudo puede incluso aparecer la indiferencia. Los juegos de alguna manera, tienen subterfugios para que eso no pase. La infantilización por ejemplo, el ser tratada como un niña en un momento dado puede retrotraer esos recuerdos de esas primeras experiencias clandestinas y ocultas con el placer, la desnudez parcial que fija la mirada del otro en una zona muy concreta, la exposición, la pasividad "obligada", saberse vista y deseada, y lo más potente creo, que es no tener el control sobre el propio cuerpo, lo que no deja de ser una violación simbólica, hacen que el pudor este siempre vivo en los juegos. Para mantenerlo está claro que hay que tener un conocimiento y una complicidad importante, es muy divertido llegar a ese punto, pero también lo es traspasar la frontera entre pudor y humillación. Un gesto que puede ser pudoroso pero excitante para una persona, puede ser humillante y corta rollos para otra.

Ese gran filósofo y actor porno italiano Roco Sifredi decía: "para entrar en el culo de una mujer, primero tienes que entrar en su mente", yo diría por mis sensaciones que para poner rojo el culo de una mujer, primero tienes que ser capaz de usar tu mente, para ruborizar su rostro. El poder del spanker si es que tiene alguno, no está en su carácter o autoridad tanto como en su capacidad de provocar pudor, vamos de eso si que no tengo ninguna duda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...>