miércoles, 15 de marzo de 2017

El sultán.



Los que me leéis habitualmente, quizás os suene el nombre de Jillian Keenan. En varios artículos hemos hablado de ella. Es un periodista estadounidense, que hace unos años escribió un artículo en el New York Times en el que reconocía abiertamente su fantasía por el spanking, más en particular como spankee. Obviamente el artículo armó mucho revuelo, ya que una mujer joven y "liberada" admita que fantasea con ser azotada y en particular en un juego de castigo, no es algo que venda mucho precisamente.

Después de esa "salida del armario" Jillian se ha convertido en activista pro spanking, ha publicado diversos artículos y concedido entrevistas en las que se ha mostrado siempre como firme defensora de su fantasía que ella define como condición sexual. El año pasado publicó un libro en forma de novela, con claros tintes autobiográficos titulado: "Love with Shakespeare". Libro que por desgracia no se ha traducido al español, ni creo que se traduzca. Así que no creo que pase nada si hago un poco de spoiler para introducir el tema de la entrada.

El libro narra la historia de un chica, tomando como punto de partida la adolescencia y como va descubriendo su sexualidad y su fantasía. Pues en un determinado momento de la historia la chica toma conciencia de su gusto digamos que peculiar y claro aparece aquello, que creo que hemos vivido todos. Incomprensión, soledad y vergüenza y esa sensación tan opresiva de que en sus relaciones le falta algo. Hasta el punto de llegar a un situación desesperante, entonces la chica toma un decisión, decide cambiar de  lugar de residencia y decide ir a un lugar a otra cultura, donde a diferencia de la cultura occidental no haya tanto estímulo sexual. El lugar elegido es el sultanato de Omán (país del golfo pérsico).

A partir de entonces narra las vivencias de una chica occidental en una sociedad distinta y como se produce una extraña paradoja. Como esa chica que va a ese lugar en busca de una asexuación, de olvidarse de esa sexualidad que tanto la perturba, al final resulta que recibe el efecto contrario, en vez de olvidarse del tema, se refuerza. En teoría es una sociedad restrictiva, con un montón de normas y preceptos, una sociedad disciplinaria. Pero eso no solo no consigue mitigar su fantasía, sino que la alimenta y empieza a fantasear con romper esas normas y sus consecuencias. En una de las escenas descritas, ella esta con otra chica oriunda una noche en el desierto acampadas y como la chica saca unos dátiles para picar, entonces ella coge tres dátiles y su amiga le da un manotazo y le recuerda, que segun el Corán solo se pueden coger de dos o dos o de cinco en cinco y describe su sensación de excitación ante el toque de su amiga por haber transgredido la norma. Evidentemente decide volver a occidente y hacer realidad su fantasía.

Os he hecho avanzada de este fragmento del libro, para introducir el tema de esta entrada. Y no es otro que la autoridad o como en nuestras sociedades occidentales, la autoridad tiene muy mala prensa, la idea de igualdad y libertad por decreto, hace que haya calado esa idea que nadie ha de someterse a nadie. Idea falsa toda sea dicho, ya que nuestras vidas son un sumisión constante, solo que a abstracciones (estado, poder económico, medios de comunicación y opinión...), nos hacen creer que la autoridad no existe, al no ponerle cara, nos dan el derecho a pataleo, pero no se nos permite el mínimo desvío del camino, bajo la amenaza de la pena de la indiferencia. Sin embargo la autoridad, cuando la entendemos como no arbitraria ni abusiva, no nos provoca rechazo, sino más bien placer. La autoridad protege y calma, nos aporta unos límites seguros e impide que nos descontrolemos, a fin de cuentas la autoridad nos sujeta.

Estoy recordando  una entrevista que leí a Amelia-Jane Rutherford (actriz de spanking muy famosa), en una de las preguntas, el entrevistador le pregunta aquello tan típico de : ¿Recuerdas cuando empezaste a fantasear con el spanking? Y ella le contesta:

-Mis primeros recuerdos son de la infancia, aunque no era una fantasía sexual, me contaba historias a mi misma, en las cuales me metía en  problemas con alguna figura de autoridad y me castigaban. Después ya de adolescente empezaron a tener carácter sexual y fantaseaba con un novio que me castigara, aunque claro no se lo pedí a ninguno.

En la siguiente pregunta, el entrevistador el pregunta. ¿Te azotaron alguna vez de niña? y responde muy tajante.

-Oh no nunca, mis padres son geniales y nunca me dieron ni una sola palmada....

¿Captais la contradicción?. Estoy seguro de que si. Si el sultán ejerce la autoridad, es que sabe que existes.


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